Te hablaré de los que más
tienen. Tú sabes, esas personas que presumen joyas, ropa y dinero a
montones, que siempre quieren demostrar que tienen al mundo y a sus habitantes
a sus pies… que, aunque no todos lo aceptan, su lema de vida es: “el fin justifica los medios”… Creo que sabes
perfectamente quienes son, no me extenderé mucho en la introducción.
Sabemos bien como son por fuera pero, en realidad, ¿cómo son
por dentro? Cada persona es un nuevo enigma pero siempre quedará ese magnífico dato que podremos criticar, como por
ejemplo su ignorancia: ¡No sabes cuantos comentarios se pueden escuchar en una
cafetería! En la época cuando los maestros se instalaron en el zócalo
capitalino yo escuché comentarios desaprobatorios sin fundamento alguno, y no
sólo eso, comentarios que eran la copia fiel de lo que transmitían tele, radio
y periódico en ese momento…
Cambiando de escenario, hay un cliente del cual me da mucha pena
su condición, y no lo digo ni por la física ni por la económica, si no por su
manera de comportarse. Es un señor de 60 años aproximadamente, siempre llega de
manera elegante (o por lo menos lo intenta) con sus amigos y es de ley hacer algún
comentario “inteligente” sobre cualquier tontería. Se regocija en sus aires de
riqueza, habla de experiencias dignas de un cuate
de secundaria y a TODO comentario de sus amigos responde: -¡Ah! Cuando yo fui a
Miami… -¡Ah! En Estados Unidos eso no cuesta eso… En fin, un día igual me
desespero y le digo a sus amigos: ¿Quieren pasar a ver como dejó el baño el Señor Caballero Don Dinero?
Podría hablarte también de aquellos que se sientan en el
portal y sólo cuchichean acerca de
las niñas, adolescentes o señoras "buenotas" que pasan por la calle o de aquellas mujeres que sólo se la pasan hablando
de sus aspiraciones (cada vez mayores) por verse "fashion", pero no quiero que pienses que llego a odiar esta
situación, CLARO QUE NO, QUÉ VA. Ellos,
a final de cuentas, son los que más
tienen, lástima que lo único que tienen de más es el dinero.
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