lunes, 13 de julio de 2015

Besos de azúcar: el amor y la ciudad.

Hace días, navegando por internet, me encontré con la novedad (novedad para mí, claro está) de que en Cine Premiere publicaron un par de listas con algunas películas que se proyectaron en el Festival Internacional de Cine de Morelia… ¡en el 2013! Películas que en su gran mayoría desconocía. Una atrapó de inmediato mi atención: Besos de azúcar, estrenada en octubre del mismo 2013, dirigida por Carlos Cuarón (sí, sí hombre, hermano de Alfonso Cuarón), quien es conocido por su colaboración en el guión de Y tu mamá también (2001) y por dirigir la comedia Rudo y Cursi (2008). En el reparto estelar de Besos de azúcar nos encontramos con dos niños haciendo su debut, César Kancino y Daniela Arce, además de Verónica Falcón (Salvando al soldado Pérez), Kristyan Ferrer (Guten Tag, Ramón y El infierno) y Héctor Jiménez, archireconocido por su papel de “Esqueleto” en Nacho Libre.
Fotograma de Besos de azúcar.

Me parece importante mencionar que antes de reproducir la película, yo tenía la sensación de que sería una copia a la mexicana de Little Manhattan (ABC de amor en Latinoamérica, 2005), y ya estaba dispuesto a ver una trama llena de amor meloso. Bien dicen por ahí que no hay que juzgar un libro por su portada.

Besos de azúcar se sitúa en los barrios bajos de Tepito, donde Nacho (César Kancino) vive la dura etapa de la pre-adolescencia, rodeado de violencia, corrupción y negocios clandestinos. Su rutina consiste en irse de pinta[1], ayudar en el negocio de discos y películas pirata de su padrastro e ir con su amigo Cacayo (Héctor Jiménez) a las maquinitas de baile, donde Nacho es todo un experto.

Nacho saca de su casa un viejo colchón que encontró en la calle y ahí es cuando ve pasar a una niña en bicicleta que le roba toda la atención. Su nombre es Mayra (Daniela Arce) y también es asidua a las maquinitas, lugar donde su historia de amor germina.

Una abuela política insoportable y regañona, dos hermanos que siempre quieren su mal, un padrastro que vive en la ilegalidad y una madre que no lo comprende son algunos obstáculos que Nacho encontrará al enamorarse de “la muñeca”, pero no los más fuertes. Mayra es hija de la Diabla (Verónica Falcón), jefa de vendedores ambulantes, y hermana menor del “Chikibuki” (Kristyan Ferrer), un pandillero que intenta abusar de ella. El amor de los chicos se ve dificultado por la transición que viven sus cuerpos, pero sobre todo por la violenta situación que se vive entre las familias. Encuentran su refugio en la azotea de un edificio abandonado, sitio desolado, pero que parece ser el único lugar pacífico en la ciudad.

No creo que Cuarón haya planeado que Besos de azúcar se convirtiera en una peli de culto (¿quién lo planea?), y tampoco es que piense que lo vaya a lograr, debido a la poca promoción que tiene; como ya he dicho, ni un servidor la conocía. La actuación es buena y cumple con su función de hacer sentir que los personajes están vivos; recuerdo cuando Mayra se pone nerviosa al quedar de acuerdo con Nacho para bailar, me pareció en un principio una novatada, pero después caí en la cuenta de que era una maniobra de Daniela Arce y del director. El filme tiene el ambiente que necesita, la intención es proyectarle inseguridad y oscuridad a cada plano y eso se logra cabalmente, en conjunto con un soundtrack exquisito, muy bien cuidado. La historia no es plana, debo admitir que varias veces rasguñé el sillón de mi sala. Intensa, interesante y cruda, si te gustan las persecuciones no hay mejor que una que plasme la pre-adolescencia. Le he dado 9 en IMDb[2], por el simple hecho de que el guión no explotó dos personajes que pudieron aportar mucho a la trama: la mamá de Nacho, Licha (Paloma Arredondo), y el de Cacayo, que debió inyectar un poco más de humor a toda esa tensión.

Para finalizar me gustaría dejar un comentario al margen, sin afán de polemizar, sólo para fijar mi postura. He leído varias críticas en internet, sobre todo de sitios famosos. Argumentan que la técnica de Carlos fue sacar la película al mismo tiempo que se estrenaba Gravity de su hermano, lo que seguramente hoy ya no pueden refutar es que después del boom de dicha cinta británica, Besos de azúcar quedó relegada no a un segundo plano, si no que quedó totalmente sin visibilidad, lo cual no disminuye en nada su calidad. Hay quién dice que el guión es muy grosero, una sola palabra: pobrecitos. Otra muy chistosa es la reseña que dice que está llena de estereotipos. Ojalá me dieran su trabajo, en mi currículum podría poner que sé lo que es un arquetipo y que muchas veces es necesario para la elaboración de una historia. Esto último también tiene que ver con que, dicen, es una burda versión de Romeo y Julieta pero en Tepito… ¿preferirán que trajeran a Hilary Duff? Yo también he visto adaptaciones de Romeo y Julieta señores, la diferencia es que para hacer una reseña sobre una película también hay que comprenderla. Hasta la próxima.




Notas:

[1] En México, aparentar ir al colegio pero irse a otro lado.
[2] Mi lista personal dando clic aquí.

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