Hoy es el día cero y siento que nadie me para. El hecho de
siempre estar abajo, de ser el invisible, ya no incomoda… sabes acostumbrarte,
siempre. El dinero llena el espacio de la cartera y yo he visto como la gente
con más clase tiene el corazón con demasiado espacio. Hueco. Como las mismas
aspiraciones de la clase baja por una casa, un auto del año y comida segura en
la mesa.
Últimamente lo he visto mucho, estoy de este lado. Por necesidad o no, metí mi solicitud para un trabajo no
tan confortable, por lo menos para alguien que está acostumbrado a quedarse
sentado escribiendo-pensando, escribiendo-pensando, escribiendo-pensando…
supongo que aun no tengo la calidad en mis letras para vivir de esto, que sé yo.
Hoy, que soy mesero de una cafetería, sé el poco tiempo que tienes
para leer, y yo conozco que escribir es una pasión a la que se le dedica más
tiempo pero ahora sólo tengo medio día libre y quiero aprovechar por lo menos
una hora para poder componer bien cuatro párrafos cada cierto tiempo… espero tu
lo tengas para mí.
Hoy, 16 de septiembre de 2013, que por lo visto se celebra
la… ¿Independencia?... de mi país, quise empezar a escribirte esto que sale en
mis ratos libres para que comprendas mi furia. Mi furia es la furia de los
miles y miles que se sienten oprimidos bajo el régimen de 8 horas diarias de
trabajo (tiempo de transporte no incluido), y no para aquellos que todo el fin
de semana celebraron una falsa libertad tronando cohetes y soplando trompetillas.
Estos textos serán cohetes, y tu y otros lectores, trompetillas.
Estos textos serán cohetes, y tu y otros lectores, trompetillas.
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